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ELECTROCARDIOGRAMA

 

  De los numerosos instrumentos ideados durante el siglo XX, el electrocardiograma –que permitió registrar la actividad eléctrica del corazón- se puede considerar uno de los adelantos más importantes dentro de la historia de la cardiología. Su inventor fue, Willem Einthoven, médico militar de las colonias holandesas. 

 En aquellos tiempos, el mejor aparato de registro  para tal finalidad era el electrómetro capilar que Gabriel Lippman dio a conocer en 1875.

 

  Este instrumento tenía la ventaja de ser aperiódico, con el gran inconveniente de tener una inercia exagerada, que lo hacía muy lento, además de no permitir el registro de potenciales de alta frecuencia.

 

  En 1903 desarrolló el galvanómetro que lleva su nombre, gracias al cual logró medir las diferencias de potencial eléctrico experimentadas por el corazón durante las contracciones sistólicas y diastólicas y reproducirlas gráficamente.   Estaba constituido por un hilo metálico extendido en el campo magnético de un electroimán. Al hacer pasar una corriente eléctrica a través de hilo, se genera en torno a él un campo magnético que, adicionándose al campo magnético del electroimán, determina el desplazamiento del hilo. Estos, una vez amplificados, se reflejan en una tira de papel, quedando de esta manera refractada la actividad eléctrica.

 

  Este procedimiento, al que llamó electrocardiograma, le permitió descubrir que diferentes afecciones cardíacas producían distintos registros. Entre 1908 y 1913 estudió el funcionamiento de corazones sanos para así delimitar un cuadro de referencia, gracias al cual pudo estudiar las desviaciones provocadas por la enfermedad.

 

  Einthoven, con la aplicación de dos electrodos diferentes, introdujo las derivaciones de las extremidades, de las dos superiores y de la pierna izquierda, y con un extenso estudio de más de 5.000 electrocardiogramas de pacientes pudo definir el método de propagación de la excitación cardíaca y sentar las bases de la electrocardiografía moderna.

 

  Sus descubrimientos, que revolucionaron el estudio, diagnóstico y tratamiento de las patologías cardíacas, le valieron del Premio Nobel de Medicina en 1924.    

 

  Este instrumento fue mejorado significativamente por el cardiólogo norteamericano Wilson en 1929 con la introducción de las derivaciones unipolares. 

 

  El electrocardiógrafo, instrumento de exploración no invasora desarrollado a principios del siglo XX, ha traído grandes beneficios a los médicos, pues redujo la inercia y la periodicidad del trazo eléctrico al mínimo y permitió registros muy precisos de la actividad eléctrica. La utilidad de este método se extendió al estudio de muchos otros aspectos de la cardiología, de modo que hoy es parte indispensable del examen de muchos pacientes.

 

 


 






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