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“Einstein se equivocaba cuando dijo

“Dios no juega a los dados”.

Examinando los agujeros negros, sugieren,

no sólo que Dios juega a los dados,

sino que Él nos confunde a veces,

lanzándolos allí donde no pueden verse.”


- Hawking. -


 

OBSERVACIÓN

 

 

Si la ciencia posee un momento de inicio, un punto cero, es por la necesidad de dar respuesta a lo que acontece. En Astronomía tanto como el momento es causa de su estudio el hecho de dónde, el hombre se apoya en suelo de la Tierra y vive bajo el firmamento, esta observación es el medio inmediato. Se ve el cielo presidido por el Sol de día, la Luna por la noche, junto a ellos, estrellas, que las antiguas civilizaciones agrupaban formando figuras.


A principios del siglo XVII se inventa el telescopio, como se ha repetido con anterioridad, y la observación del firmamento cambia para siempre. Primero se utilizaron lentes, después espejos y combinaciones de ambos. Actualmente hay telescopios de una altísima resolución. Los radiotelescopios detectan radiaciones de muy diferentes longitudes de onda.


Trabajan en grupos utilizando la ‘interferometría’, técnica que consiste en combinar la luz proveniente de diferentes receptores, telescopios o antenas de radio para obtener una imagen de mayor resolución.


Gracias a los ‘espectros’, producidos por la descomposición de la luz, podemos conocer información detallada sobre la composición química del Universo.


Las lentes gravitacionales, más recientes, aprovechan el hecho de que los objetos con masa pueden desviar los rayos de luz, de modo que, si se localiza un grupo de cuerpos con la configuración apropiada, actúa como una lente potentísima y muestra objetos distantes que no podríamos ver de otro modo. Son métodos todos ellos, que hacen que la observación del Universo sea cada vez más detallada, y que continuará.


Pero en la base de tal actividad están las formaciones primeras de las estrellas que a la vista del hombre se observan en el cielo nocturno, figuras a las que se denomina ‘Constelaciones’ que sirven para localizar mejor la posición de los astros.


Las Constelaciones, del latín 'com': reunión y 'stelar': brillar, son conjuntos de estrellas, agrupadas por personas quienes al observar el cielo quisieron exaltar en él a sus ancestros, dioses y leyendas. Toman por ello su nombre de figuras mitológicas, religiosas, animales o cosas.


En realidad las constelaciones no son reales de estrellas, ya que en una misma constelación sus componentes, aunque parecen estar cercanos, pueden estar alejados unos de otros por millones de años-luz. El término también se utiliza para delimitar áreas de la esfera celeste que comprenden los grupos de estrellas con tal nombre.


Las constelaciones se inventaron en el Mediterráneo oriental hace unos 2.500 años. Aquellas que acompañan la trayectoria del Sol, la Luna y los planetas, en la franja llamada zodíaco son, Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Libra, Escorpión, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis. Los Griegos reconocieron y nombraron cuarenta y ocho.


Muchas de ellas también fueron reconocidas por los árabes, los egipcios, y babilónicos. Los dibujos de constelaciones más antiguos que se conocen marcan el año 4000 a.c. como el de su establecimiento. Los sumerios dan nombre a Acuario, por su dios An, que derrama el agua sobre la inmortalidad de la Tierra. Los babilonios habían dividido el zodiaco en 12 signos hacia el 450 a.c.


Las constelaciones del hemisferio Norte se diferencian muy poco de las de los antiguos egipcios. Homero y Hesíodo las mencionan. Ptolomeo, en su Almagesto describe 48 constelaciones, de ellas, 47 se siguen denominando igual.


A finales del siglo XVI, los primeros exploradores europeos de los mares del Sur trazaron mapas del hemisferio austral. El navegante holandés Pieter Dirckz Keyser, que participó en la exploración de las Indias orientales en 1595 añadió nuevas constelaciones.


Más tarde fueron añadidas otras constelaciones por el astrónomo alemán Johann Bayer, que publicó el primer atlas celeste extenso. Muchos otros propusieron nuevas constelaciones, pero los astrónomos acordaron finalmente una lista de 88.


En 1928, la Unión Astronómica Internacional (UAI) fijó los límites de las 88 constelaciones del firmamento. Doce corresponden a la eclíptica y que se conocen como las del zodiaco. Parte de la constelación de Ophiuchus se halla en la eclíptica, de modo que son trece sus constelaciones. Hay, por tanto, 29 constelaciones que están entre la eclíptica y el polo norte celeste. Y 49 constelaciones que se hallan entre la zona de la eclíptica y el polo sur celeste.


Los nombres de las constelaciones se dan en latín, porque el latín era el idioma fundamental en la época en que se formalizaron los nombres. Para designar las aproximadamente 1.300 estrellas brillantes, se utiliza el genitivo del nombre de las constelaciones, precedido por una letra griega, sistema introducido por Bayer. 


Sirva de ejemplo, a la estrella Algol, en la constelación Perseo, se le llama Beta Persei. Entre las constelaciones más conocidas se hallan las que se encuentran en el plano de la órbita de la Tierra sobre el fondo de las estrellas fijas. Son las constelaciones del Zodíaco. Algunas muy conocidas son Cruz del Sur, visible desde el hemisferio sur, y Osa Mayor, visible desde el hemisferio Norte.


Estas y otras constelaciones permiten ubicar la posición de importantes puntos de referencia, por ejemplo, los polos celestes.


La mayor constelación de la esfera celeste es la de Hydra, que contiene 68 estrellas visibles a simple vista. La Cruz del Sur es la constelación más pequeña.


Aparte de orientarse en la Tierra a través de las estrellas, la Astronomía estudia el movimiento de los objetos en la esfera celeste, para ello se utilizan diversos sistemas de coordenadas astronómicas. La localización en la bóveda celeste de objetos astronómicos exige establecer un adecuado sistema de referencia.


La Astronomía de posición es la rama más antigua de esta ciencia. Describe el movimiento de los astros, planetas, satélites y fenómenos como los eclipses y tránsitos de los planetas por el disco del Sol.


Para estudiar el movimiento de los planetas se introduce el movimiento medio diario que es lo que avanzaría en la órbita cada día suponiendo movimiento uniforme. También estudia el movimiento diurno y el anual del Sol, determinando la hora y en navegación el cálculo de las coordenadas geográficas. Para la determinación del tiempo se usa el tiempo de efemérides ó también el tiempo solar medio que está relacionado con el tiempo local.


El tiempo local en Greenwich se conoce como Tiempo Universal. Lo que caracteriza a los diferentes sistemas de coordenadas astronómicas es la elección del plano fundamental, consiguientemente, de su eje perpendicular, el eje fundamental por donde pasan los círculos máximos meridianos sobre los que se mide la coordenada declinante y que a su vez, delimitan perpendicularmente la medición de la coordenada ascendente. La coordenada ascendente se mide sobre el círculo fundamental del sistema de referencia.


Las coordenadas astronómicas efectivamente toman como referencia parejas de círculos máximos distintos, midiendo así determinados ángulos respecto a estos planos fundamentales.



Estos sistemas son principalmente:


  • Sistema altacimutal, u horizontal que toma como referencias el horizonte celeste y el meridiano del lugar.
  • Sistemas horario y ecuatorial, que tienen de referencia el ecuador celeste, pero el primer sistema adopta como segundo círculo de referencia el meridiano del lugar mientras que el segundo se refiere al círculo horario, que pasa por los polos celestes.
  • Sistema eclíptico, que se utiliza normalmente para describir el movimiento de los planetas y calcular los eclipses; los círculos de referencia son la eclíptica y el círculo de longitud que pasa por los polos de la eclíptica y el punto γ.
  • Sistema galáctico, se utiliza en estadística estelar para describir movimientos y posiciones de cuerpos galácticos.                   Los círculos principales son la intersección del plano ecuatorial galáctico con la esfera celeste y el círculo máximo que pasa por los polos de la Vía Láctea y el ápice del Sol, el punto de la esfera celeste donde se dirige el movimiento solar.

 





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